El balneario de Panticosa, situado en el Valle de Tena, a 1.636 metros de altitud y rodeado de imponentes picos pirenaicos, es uno de los complejos termales más antiguos y prestigiosos de España. Ubicado a unos 8 kilómetros del municipio de Panticosa, este balneario ha sido conocido por las propiedades curativas de sus aguas mineromedicinales desde la época romana. Las instalaciones se distribuyen junto al Ibón de Baños, un hermoso lago glaciar de aguas cristalinas en las que se refleja la grandiosidad del paisaje.

El complejo balneario cuenta con varias fuentes termales, cada una con características específicas, como la de Tiberio, rica en azufre y conocida por sus efectos beneficiosos en afecciones dermatológicas y reumáticas, y la de la Belleza, cuyas aguas se emplean en tratamientos de rejuvenecimiento y cuidado de la piel. Las aguas emergen a temperaturas de entre 30 y 50 ºC y son ideales para terapias de relajación, recuperación muscular y bienestar general.

El complejo termal combina tradición y modernidad, con tres espacios termales diferenciados que incluyen piscinas, baños de vapor, saunas y áreas de tratamientos especializados. Cuenta con dos hoteles de cuatro estrellas: el Gran Hotel y el Hotel Continental.

En el parque del balneario se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, una pequeña construcción religiosa que añade un valor espiritual al lugar.

El río Caldarés es uno de los principales cursos de agua que atraviesa el término municipal de Panticosa, en el corazón del Valle de Tena. Este río tiene su origen en las altas cumbres pirenaicas, recogiendo las aguas de deshielo de montañas cercanas, como los picos de Argualas y Garmo Negro. A su paso por Panticosa, el Caldarés forma un paisaje de gran belleza, con sus aguas cristalinas que descienden en rápidos y pequeños saltos, rodeadas de vegetación de alta montaña. El río, que atraviesa tanto el núcleo urbano de Panticosa como las cercanías del balneario, acompaña con su sonido la serenidad de este entorno natural. En algunos puntos, el Caldarés forma pozas y cascadas, lo que lo convierte en un lugar atractivo para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Además, el río no solo aporta belleza paisajística, sino que también es fundamental para el ecosistema local, proporcionando hábitat para diversas especies de flora y fauna de montaña. A lo largo de su cauce, refleja el carácter natural y salvaje de esta región pirenaica, siendo un elemento clave del entorno de Panticosa.

La Cascada de Argualas, situada en las cercanías de Panticosa, es uno de los rincones más impresionantes y bellos del Valle de Tena. Esta cascada, alimentada por las aguas de deshielo de los picos cercanos, se despliega en un entorno de alta montaña con una caída que resalta por su fuerza y espectacularidad, la cascada se encuentra a los pies del macizo de Argualas, uno de los picos más emblemáticos de la zona.

El acceso a la cascada se realiza a través de rutas de senderismo que parten desde el Balneario de Panticosa, a través de las cuales los visitantes no solo disfrutan del espectacular paisaje de alta montaña, sino también de la riqueza de su flora y fauna. El recorrido ofrece vistas panorámicas del valle, y la cima de la cascada se convierte en un lugar perfecto para hacer una pausa y admirar el poder de la naturaleza en su estado más puro y salvaje.

La Ermita de Nuestra Señora del Carmen, enclavada junto al Ibón de Baños y el histórico Balneario de Panticosa, constituye un rincón de espiritualidad y tranquilidad en pleno corazón del Pirineo aragonés. Esta pequeña construcción religiosa data de 1.875, es de estilo sencillo y materiales tradicionales, destaca por su integración en el paisaje alpino, rodeada de imponentes cumbres, bosques de pinos y las aguas cristalinas del Ibón de Baños.

Su ubicación privilegiada, a pocos pasos del balneario, invita al visitante a combinar el descanso termal con la contemplación de un entorno natural único. La ermita sirve como lugar de recogimiento, donde fieles y excursionistas pueden detenerse a reflexionar, encender una vela o simplemente dejarse llevar por el murmullo del agua y el canto de las aves.

Además de su valor espiritual, la Ermita de Nuestra Señora del Carmen forma parte del patrimonio cultural de la zona, atesorando las tradiciones y la historia local, al tiempo que ofrece a sus visitantes la oportunidad de experimentar la calma y la belleza del paisaje pirenaico.